Cuatro goles, dos tiros al palo y un puñado de paradas enormes de Gazzaniga. Ese es el balance del Barça en el partido ante el Girona, disputado sólo 64 horas después del que le enfrentó a Osasuna, dicho sea sin ánimo polémico sino más bien de tranquilizar el últimamente exaltado ánimo de Ancelotti. En esas 64 horas le han cabido al Barça dos victorias con siete goles, y eso en ausencia de Raphinha, al que tampoco pudo sacar Flick. Con esto sólo pretendo decir que las cosas son como son, el calendario aprieta a todos, más un día a este, más otro día al otro, y no hay por qué andar buscando fantasmas.

El partido dejó una primera acción chusca arbitral: una falta a favor del Barça que, resultando vía VAR que no era fuera del área sino dentro, el árbitro cambió de signo, añadiendo así un poquito más de leña a la fogata del partido del Bernabéu. Luego asistimos al esperado ejercicio de dominio del Barça, que aunque le costó despegarse, terminó goleando. Cayeron dos tantos más de Lewandowski, el primero en un alarde de esos de goleador contumaz, que puede marcar incluso con un defensa tratando de voltearle y el portero encima. Con 25 goles, mantiene a Mbappé a una distancia prudencial de tres. Veremos.

A LaLiga le queda un trance de altos vuelos, el Clásico de Montjuïc, pero de momento el Barça tiene la mejor baza, con sus tres puntos de ventaja más el ‘goal average’, en la práctica irremontable. La duda es si hay que considerar como verdadera amenaza la impugnación de Osasuna por la alineación de Iñigo Martínez tras fumarse los partidos de la Selección alegando una dolencia que la Federación ni siquiera se molestó en certificar. La prescripción de la FIFA, creada para proteger a las selecciones, es inequívoca: no podía jugar hasta pasados cinco días del partido internacional. Me intriga cómo podrá resolverse esto.

¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí