Jude firma el milagro de Mestalla

El Real Madrid salió de Mestalla como líder, como algunos daban casi por seguro. La forma es lo que no tenían previsto. Porque sufrió después de otro inicio pésimo, por debajo en el marcador, ante un Valencia resucitado, competitivo, falló un penalti, le anularon un gol por un dedo gordo y le expulsaron a Vinicius por intervención del VAR, tras picar Dimitrievski al brasileño. La respuesta a tanta adversidad la dio un mago, Jude Bellingham, capaz de sobreponerse al error en el penalti para dar una asistencia en el empate a Modric, el goleador más veterano en la historia del Madrid, y remachar la remontada en el 95′. Bellingham es el rey.

Mestalla fue escenario de un partidazo. Tras el reconocimiento inicial al Madrid por su apoyo en la DANA, el Valencia fue el equipo competitivo que fue siempre, y no el colista que pena por la Liga. El efecto Corberán aprovechó esos inicios lánguidos, de partido y de año, que el Madrid suele despachar. Con un dibujo versátil, Rioja como falso lateral y Foulquier sumándose al ataque como interior, el Valencia superó a su rival en media hora notable, nada que ver con los últimos partidos con Baraja. Es cierto que el primer aviso fue blanco, con una llegada de Lucas que reventó Valverde con un centro atrás, pero la parada de Dimitrievski fue el prólogo a las de Courtois. Sacó dos en una a Hugo Duro, la primera bocajarro. Salvó un mano a mano con Foulquier, que salió de la cueva y nadie le persiguió. Ni Vini, ni Bellingham ni nadie. Y a la tercera ya no pudo hacer más milagros. Porque en otra escapada de Foulquier remató Javi Guerra, sacó el belga como pudo y el ariete valencianista completó a puerta vacía.

Rodrygo reclamó falta previa de Yarek en el gol. Poca cosa según Soto Grado. Las pitó por menos. Y dejó sin pitar otras por más. El caso es que si Ancelotti avisó a los suyos que los inicios de año son desastrosos, el mensaje caló poco. Especialmente en el asunto del trabajo. La calidad no se discute. La aplicación es otro cantar. Como sería el tema que Bellingham porfió por una pelota en línea de fondo con Barrenechea y al cobrar la falta pidió a sus compañeros más pelea, más presencia, más de todo. A los tres de arriba se les había visto entre poco y nada hasta entonces. Aceptó la invitación Vinicius, que entró en el juego y también en combustión. Midió a Tárrega, el central le puso el brazo y acabó cayendo en el área. Soto Grado decidió que no era para penalti. Vale. Si lo hubiese pitado no habría sido exagerado. El propio Vini disfrutó de la mejor ocasión del primer tiempo, al recibir un pase extraordinario de Ceballos y plantarse mano a mano. Dimitrievski sacó con el pie izquierdo.

Que a Ancelotti no le gustó lo que veía lo prueba que calentasen Brahim y Güler a la media hora. No hizo cambios. Ni antes del descanso ni después. Y, claro, no cambió demasiado el panorama. Bueno, algo sí. Presionaron algo más los de arriba, y en un balón rescatado por Vinicius se coló Mbappé ante Tárrega y cayó en el área. Con brazo, cadera y pierna, el central derribó al delantero. Penalti clamoroso. Cogió la pelota Vini, pero lo lanzó Bellingham. Con saltito, a lo Jorginho. Como había marcado ya este año. Al palo. Dimitrievski se había adelantado, pero al no tocar el balón, y no influir en el fallo según el VAR, no procedía repetirlo. El Madrid apretó los puños y se fue arriba, con Bellingham como origen de todo. Recibió en la frontal, filtró el pase milimétrico que Mbappé coronó con un uno-dos extraordinario ante Dimitrievski. Faltaba revisar la posición. Fuera de juego semi automático.

El Madrid se instaló en campo del Valencia, que se dedicó a defenderse con más o menos orden. No sufría demasiado porque, más allá de la omnipresencia de Bellingham, no generó demasiadas opciones claras. Un cabezazo de Rodrygo, falso 9, y poco más. Llegaron los cambios, subió la intensidad del Madrid y el partido se quebró gracias al VAR. Vinicius entró en área, le taponó Foulquier y tras el despeje, Dimitrievski fue a buscar al brasleño. Le encontró. Al tironcito del macedonio respondió Vini con un empujoncito que Muñiz Ruiz interpretó como agresión sin balón. ¿Se acuerdan de la provocación de Mata a Muriqi, amarilla a uno y roja al otro? Esta vez fue roja para el provocado y nada para el primero. Porque tampoco se lo enseñaron mucho en las tomas. Al meta le habían sacado una amarilla previa. Pues eso.

Pareció todo perdido para el Madrid. Por debajo y con uno menos. Entró Modric pese a la inferioridad. La clase no conoce de edad. Buscó la asociación con el mejor, Bellingham, y cosieron un gol precioso, en espacios reducidos. Empate merecido. Por el juego y por el carácter. El Valencia, que no había ofrecido más que una resitencia tenaz, dudó. El Madrid detectó la debilidad y se fue a por el premio gordo. Presionó, desbocado, hasta que encontró el error ajeno. Replegó Foulquier, forzó un mal pase atrás a Guillamón que se trabó y dejó la pelota a pies del mejor, Jude Bellingham. Solo ante Dimitrievski, después de perder la mano en el penalti, controló con serenidad y resolvió suave, junto al palo. 1-2. Una victoria increíble que pudo esfumarse en el último segundo con un jugadón de Luis Rioja. Se fue de dos, remató de zurda y la escuadra le negó la gloria. Toda para Bellingham, un futbolista monumental.

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